Disciplina infantil

Disciplina infantil

Enseñar disciplina es algo en lo que muchos padres sufren, pero en las siguientes líneas comprobaremos que no es un aspecto difícil de inculcar si se sabe como hacerlo. Veamos las claves para inculcar disciplina en nuestros hijos.

El proceso es largo y costoso, no os vamos a engañar. Y también os diremos que no está exento de errores, que pasaréis por baches y que a veces puede que perdáis la paciencia, pero el fin de alcanzar una correcta disciplina no tiene precio, así que no desesperéis.

Lo primero que debemos tener claro es que disciplinar no es lo mismo que castigar. Muchos piensan que son sinónimos, pero todo lo contrario. Y es que el castigo ayuda a aceptar y a seguir, pero con la disciplina conseguimos que los niños aprendan de sus errores.

Mientras que un castigo muestra lo que está mal sin dar una respuesta sobre lo que hubiera estado bien, la disciplina busca instruir al niño enseñándole el control sobre sí mismo y le ayudará a adoptar un comportamiento aceptable.

¿Cómo lo consigue? Pues animando al niño a comportarse correctamente corrigiendo la mala conducta y mostrando muy claramente la buena conducta y sus beneficios. Con la disciplina podemos inculcar de una forma sencilla importantes valores como el respeto, la paciencia y la resolución de problemas.

La violencia física y las amenazas no van con la disciplina. Pegar al niño no es ninguna solución. Lo ideal es buscar alternativas a una posible palmada al culo. Hablamos, por ejemplo, de tiempos de reflexión, suspensión de algo que aprecien mucho, etc.

Lo mismo ocurre con la violencia verbal. Están terminantemente desaconsejados los insultos o los comentarios degradantes. Y es que muchas veces se confunde disciplinar con gritar o menospreciar las aptitudes de los hijos, pero el resultado es totalmente contraproducente. El resultado es la sensación de que son “malas personas” y eso causa problemas futuros de autoestima.

Siempre debemos reprimir la cólera inicial y nuestro objetivo debe ser animar las buenas conductas y desanimar las malas. Esto no quiere decir ni mucho menos que seamos permisivos, porque sí es importante aplicar reglas o límites, pero tampoco debemos reprimir en exceso a los hijos, ya que éstos crecerán con temor y, si no hacen algo, será por miedo a las reacciones de los mayores, no a las consecuencias propias del acto en sí.

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